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La intervención tiene lugar en el Cable Inglés, un elemento urbano que ha sufrido colapso y degeneración.

Su interior desvela un fuerte carácter industrial por lo que la estructura se respetará profundamente, reconvirtiéndose en un espacio público de uso cultural.

Se plantea un centro para la protección y restauración del hábitat de herbívoros marinos, para reducir los daños locales y las amenazas globales, ya que se estima que la destrucción de arrecifes marinos puede llegar al 50% en 2030.

Se generan espacios laboratorios para la investigación de dichas especies, creación de módulos donde habitarán los biólogos y personal de mantenimiento, acuíferos a modo de incubadoras que serán habitados por las especies marinas a restaurar y un espacio experimental como conector de la estructura existente y el nuevo uso.