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Una joven emprendedora alquila un local para abrir su propio negocio, el establecimiento dispone de 86 m2, donde desea dar servicio a múltiples actividades.

Se propone la creación de tres cabinas articuladas entre sí, mediante un jardín de kokedamas, sirviendo éste como distribuidor de las posibles estancias dónde se desarrollarán cada uno de los programas, los cuales estarán delimitados mediante una estructura de madera que soporta paneles de metacrilato translúcido, permitiendo el paso de luz natural, sin dejar ver lo que sucede en su interior, logrando realizar diversas actividades como, terapias de grupo, clases de pilates, tratamientos de belleza, podología, taller de pintura, fisioterapia…